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Diego Coral López

De hombre a hombre: un poema de amor


Juan Sebastián Ruales y León Sierra Páez en la última puesta en escena de esta obra del argentino Mariano Moro. Foto, Diego Coral López

“Cómo digo que del amor no escribo

si, por no verlo, lo veo en cada esquina…”

De hombre a hombre es una historia de amor; como poema en servilleta o declaración apasionada escrita en el pupitre con compás, en secreto, prohibido, entre la mayeútica y una erección. El mismo compás con el que, en recreo, quieres hacerte un tatuaje de lujuria e impotencia: dos edades que se encuentran para crear la belleza.

“…Si el amor es todo lo que me excede

y todo lo que me falta. Lo sé…”

En 2013 la montamos por primera vez. Mi primera lectura del texto de Mariano Moro fue escéptica. Lo encontraba melodramático y exagerado, como si al amor entre un profesor y un estudiante adolescente lo hubieran forzado a entrar en una fábula de metáforas e insinuaciones que no terminaban de ser ni comenzaban a suceder. Por eso, con Chris Kaiser, directora del primer montaje, escogimos acercanos con Brecht, para jugar y romper con lo evidente.

El teatro nos sobrepasa y nos salva. El juego se convirtió, inmediatamente, en la evidencia de que “la poesía llama a la poesía”, a pesar de la mirada tan limitada de nosotros los directores. León, Daniel y Juan Sebastián, con el cuerpo como bandera, nos sacuden a una realidad inenarrable: el amor sucede fuera del tiempo, a intervalos de distancia, en un paréntesis del miedo.

“…Amo en algún lugar que permanece

antes de la caída.

Y renuncio a la farsa

porque el amor no me toca. Pasó…”

La servilleta en la que un adolescente declara su amor a otro hombre es guardada en la mochila. Imposible declamar el poema frente a todo el colegio; impensable, todavía, reunirse con amigos en recreos para hablar emocionados, descubriendo la lujuria, de las piernas del profesor. Entonces, el deseo no solo se contiene, sino que es forzado a entrar en una fábula de metáforas e insinuaciones que nunca terminan de ser ni comienzan a suceder. No es melodramático ni exagerado, es una forma de amar. Trágica.

“…Es mi manera de amar: tener miedo.

¿Qué más podría decir yo del amor?...”

Este montaje es un intento de amor, encarnado en la entrega de dos actores, hacia el teatro y hacia el amor entre quienes sufren el miedo.

Los versos en cursiva pertenecen al poema Un Poema de Amor, de Leopoldo Alas Mínguez.

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